Hace varios años le robé literalmente un libro llamado "Claudine en la escuela" a mi padre. Era uno de esos días de verano en los que no te apetece hacer nada y encuentras un libro que te recuerda a tu infancia y lo lees simplemente por leer. Cual fue la sorpresa,... os cuento yo esperaba un libro en plan Enyd Blyton y su colección de Torres de Malory. Nada más lejos de la realidad, este libro escrito en el 1900 cuenta la infancia de una joven de 14-15 años, que hasta hoy habría gente que se escandalizaría por la forma de hablar sin ningún tapujo del género femenino. No estoy hablando de un libro feminista, sino simplemente del empleo de un lenguaje natural más del siglo XXI con historias ocurridas en el 1900: atmósferas de peleas eróticas entre colegialas, hombres maduros que pervierten a jovencitas, profesoras seductoras de alumnas, cartas de enamorados, maridos adúlteros, esposas bisexuales con amoríos audaces y pasiones efervescentes que parecen buscar únicamente el juego y el placer.
Lejos de malas conclusiones, los personajes de estas cinco historias sensualistas serán siempre comprendidos por la autora, cuya vida transcurrió en paralelo a la existencia de Claudine. Y ahí radica la fascinación de una escritura que trasciende los límites de la sucesión de anécdotas más o menos atrevidas, para mostrar, sin aguarle la fiesta a su "clan" de vividores, las entrañas de una sociedad convencida de la provisionalidad de la moral. Si la acerada recreación literaria de lo superficial puede llegar a ser sublime, Colette conquistó a pulso la gloriosa inmortalidad de estar en la Bibliothèque de la Pléiade.
Os presento a la escritora:
Sidonie Gabrielle Colette (Saint-Sauveur-en-Puisaye, Francia, 28 de enero de 1873 - París, Francia, 3 de agosto de 1954).
Llegó a ser elegida miembro de la Academia Goncourt en 1945. Por supuesto que eso es Francia porque aquí en España hubiera sido fusilada por inmoral.
Última hija del matrimonio al que ella rebautizó como Sido y el capitán Colette (seudónimo que adoptará), disfrutó de una infancia feliz en la pequeña villa de Bourgogne. Adolescente, conoció a Henry Gauthier-Villars, apodado "Willy" con el que se casó el 15 de mayo de 1893 en Châtillon. Willy autor de novelas populares, un vividor parisino que subsistía a costa de explotar a sus colaboradores, descubrió enseguida las facultades escritoras de su esposa y la animó a escribir sus primeras obras, la serie de las Claudine (1900-1903) recuerdos de la época escolar de Colette y que, sin ningún escrúpulo, fueron firmadas por su marido. Indignada por las infidelidades de su marido,— Willy fue el amante de Marie Lousie Servat (llamada Germaine) esposa de Émile Courtet con la que tuvo un hijo, Jacques Henry Guthier-Villars—, y desesperada por verse constreñida a su papel de esposa escarnecida y burlada, Colette fue liberándose poco a poco de su tutela y animada por Georges Wagne se dedicó a satisfacer sus ambiciones teatrales en el music-hall. Son años de escándalo y liberación moral en los que tuvo varias aventuras con otras mujeres. En 1906 se divorció de Willy. Durante esos años, no obstante, Colette va afianzándose como escritora: precisión en las palabras que describen la belleza de la naturaleza, el análisis y sensibilidad de los animales, la voluptuosidad y sensualidad libremente expresadas, reivindicando los derechos de la carne sobre el espíritu y los de la mujer sobre el hombre, son las líneas maestras de esta escritora que aún no ha sido reconocida por la crítica literaria eminentemente machista.
Después de su divorcio Colette conoce a Henry de Jouvenel, político y periodista con el que se casará en 1911, de esta unión nacerá su única hija, Colette a la que ella llama Bel-Gazou. En el periódico Le Matin, del que es redactor jefe Jouvenel, Colette colabora con diversos artículos y reportajes. En 1923 se divorcia de Jouvenel.
A los cuarenta años se convierte en mentora del hijo de Henry, Bertrand de Jouvenel, de 17 años, iniciándole en la escritura. Esta experiencia le servirá a Colette para desarrollar los temas y situaciones de Chéri y Le Blé en herbe.
La escritora, en el cenit de su talento y de su gloria se instala en su apartamento del Palais-Royal en el que vivirá hasta su muerte. Su Amigo de antaño, Maurice Goudeket, la ayudará a soportar su artritis y, pese a su discutible reputación, Colette es la única escritora francesa que tuvo derecho a unos funerales nacionales. Fue enterrada en el cementerio Père Lachaise París.
Si alguna vez tenéis la oportunidad de leer algo de esta escritora, os recuerdo, de hace un siglo, además de que merece mucho la pena, os hará replantearos vuestros sentimientos de libertad, vuestros valores y sobretodo vuestros prejuicios.
Gracias papás por acercarme a esta escritora y a la literatura en general. Si vosotros no hubieráis leído tanto yo no conocería esta pasión. Gracias.
3 comentarios:
Me encanta Colette, yo también la leí de adolescente, y pienso retomarla algún día, porque seguro que descubro cosas que hace tantos años no percibí.
Gracias por recordármelo!!
Esos libros olvidados durante años y que cuentan historias de antes son preciosos y encima los lees con más entusiasmo aún.
Besicos Paula
yo tb robo los libros pero a mi cuñado!
bss wapa
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