El tren volvió a parar, llevaba ya una hora de retraso por obras. Volvía a mi hogar de la infancia, ese del que había salido hacía tiempo y al que no quería regresar.
Allí estaba parada con ella, mi sueño, mi ser, mi energía, mi amor, mi querida niña.
Me sentía como ese tren, tan de repente movíendome a gran velocidad como parada sin ningún camino por el que ir. Manejada por un maquinista que no sentía como mi yo y arrastrada por una vía por la que no quería ir . Cerré los ojos.
El tren volvió a arrancar tras un largo tiempo que no supe precisar. Abrí los ojos y allí estaba ella. Mi niña, mi vida, me miraba con esa dulce sonrisa a la que no me podía resistir.
Yo debía arrancar, debía empezar un nuevo camino, una nueva vida, debía controlar mi camino, seguir mi vida, coger yo misma mi volante, manejar mis propios hilos y no parar, no mirar nunca nunca atrás.
Todo, todo, todo, se lo debía, todo, todo, todo, por ella.
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