jueves, 11 de febrero de 2010

Historia: Capítulo I-2

«Sin perder la sonrisa, Sonia, volvió a darle un beso en la mejilla a la pequeña, la dejó en el suelo y le prometió que ahora empezaría la clase. Se dirigió apresuradamente a las pequeñas oficinas que disponía la ONG para reunirse en el interior del hospital. Allí era como el centro de operaciones del poblado. Tenían varios ordenadores con acceso a Internet, teléfono, fax y radio, vamos, todo tipo de comunicaciones que según decían sus compañeros servían para estar conectados al mundo real.


Carlos estaba sentado delante de uno de los ordenadores, concentrado leyendo un e-mail que le habían enviado desde España. No le gustaba nada lo que ponía, la verdad, era bastante preocupante. Debía informar rápidamente tanto al responsable de la ONG como al jefe del poblado. Dios, si fuese cierto tenían un problema muy serio. Cerró el correo y se disponía a salir a buscarlos cuando Sonia entró con su dulce sonrisa, pero él no estaba ahora preparado para ella,...

- ¿Qué pasa Carlos? Ni que hubieras visto un fantasma.
- Nada, ¿querías alo? –dijo en tono sombrío.
- Ya he tomado una decisión, me quedo con vosotros, estoy preparada para ayudar en todo...
- Creo que no es una buena idea, Sonia. –le interrumpió consternado- deberías irte lo antes posible. En diez días sale una avión a España, te podríamos acercar a Lima…
- ¿No me has escuchado? Ya he tomado la decisión. ¿Qué pasa? Me animaste y ahora no quieres que me quede. No lo entiendo. –dijo medio enfadada, medio decepcionada.
- Lo siento, no puedo decirte nada ahora, pero deberías replantearte la decisión. - Dejó a Sonia protestando y se dirigió al piso de arriba donde suponía que estaría Manolo Guzmán, el responsable de la ONG, él sabría cómo enfocar el asunto y preparar a todo el mundo.

El hospital no era muy grande, solo disponía de un pequeño quirófano, una sala de curas y atención de los enfermos, la recepción, la sala de comunicaciones de la que había salido, una especie de office o sala de espera, dos habitaciones con veinte camas cada una para los enfermos y una pequeña habitación que hacía de cuidados intensivos. A veces no daban a vasto porque no solo atendían a los habitantes del poblado, sino a todos los existentes en cien kilómetros a la redonda.


Sonia respiró profundamente y salió hacia el edificio prefabricado que hacía de colegio. Le daba igual lo que le hubiera dicho Carlos. Ya había tomado la decisión y no lo hacía por él, sino por los niños a los que enseñaba y porque allí se sentía por primera vez útil.»

1 comentario:

La chica de las flores. dijo...

Me gusta...
Cuándo va a continuar? estoy impaciente...